«¿Quién es mi madre y mis hermanos?»

EVANGELIO DE HOY Marcos 3,31 35

Llegan su madre y sus hermanos y, quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.» Él les responde: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?» Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»

PARA VIVIR LA PALABRA:

Es conveniente aclarar varios puntos sobre el parentesco natural y espiritual y el orden que Jesús establece al respecto, a través del Evangelio. Ya que no faltan quienes por ignorancia o mala intención, pretenden confundirnos en este punto.

En primer lugar el término “hermano”, a través de toda la Biblia viene a significar tanto hermano de sangre, como en Mt 18-22, cuando Jesús elige a los cuatro primeros discípulos: Pedro y su hermano Andrés, y a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo. Como también significa “pariente” como en Gal 1, 19, donde Pablo llama a Santiago, el hermano de Juan, “hermano del Señor.” Algo parecido ocurre en Gn 13,8; 29,15; Lev 10,4; etc. En este sentido hay que entender el “tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.” Nuevamente se mencionan a estos parientes del Señor en Mt.12,46; 13,55; Jn 7,1-9, etc. De hecho, a la hora de su partida, Jesús encomienda a Juan, hermano de Santiago, hijos de Zebedeo, el cuidado de su madre Jn 19, 26-27.

La relación de Jesús con sus parientes sigue las normas establecidas en Mt. 10,37-39: “el que ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí…” Jesús pese al misterio de su encarnación, no deja de ser Dios igual al Padre. De ahí que la distancia entre Él y sus parientes y no parientes humanos no deja de ser infinita. Y Él está muy por encima de todos aquellos con quienes se relaciona.

«¿Quién es mi madre y mis hermanos?» La reflexión anterior nos ayuda a comprender su infinita humildad y misericordia, cuando llama “hermanos” a quienes cumplen la voluntad de Dios, como Él la cumple: «Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.» La Palabra de Dios iluminada por la fe e inspirada en el amor es fuente de la nueva relación de3 hermandad espiritual que durará para siempre.

En el momento del juicio final el Rey dirá: “en verdad os digo que cuanto hicisteis con uno de estos “mis hermanos” más pequeños, a mí me lo hicisteis” Mt 25,40. Y en Mt. 28, 10, dice a las mujeres: “No temáis. Id y decid a “mis hermanos” que vayan a Galilea; allí me verán.”

En realidad Jesús se ha hecho uno como nosotros, el Hijo del hombre, para darnos la posibilidad de recuperar nuestra dignidad de “hijos de Dios” y nuestra relación filial con el Padre. Y así poder recuperar a todos los hijos de Dios, dispersos por el pecado, en la gran hermandad universal que constituirá el Reino de Dios en su pleno desarrollo.

Que tengas un día de gloria viviendo intensamente nuestra “hermandad”