«Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago»

EVANGELIO DE HOY Marcos (3,7-12):

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.

Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: «Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

PARA VIVIR LA PALABRA:

Tras los cinco encuentros que Jesús ha tenido con el pueblo y sus tenaces adversarios, escribas y fariseos, en la sinagoga, éstos sienten su impotencia en su confrontación con la sabiduría y los signos de Jesús, que los ha puesto en evidencia públicamente. “En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él” (Mc.3,6), Éstos son sus representantes ante el pueblo. Los pastores encargados de orientar al pueblo y alentar su fe en Dios, para que supieran reconocer los signos del tiempo en que les tocó vivir. Jesús los llamará “generación malvada y adúltera (Mt 16,2-4).

Y llega el momento en que su fama se ha extendido por todo Israel, traspasando sus fronteras. Su sabiduría, tan superior a la que muestran los maestros de la Ley, ilumina las almas y abre los corazones a la esperanza y al optimismo. Y sus signos, nunca antes vistos, han corrido de boca en boca, despertando esperanza en unos, admiración en otros, y a nadie dejan indiferente. Marcos hace ver que ya no queda rincón a donde no llegue la fama de Jesús.

De ahí el movimiento popular inmenso, mayor que el de Juan Bautista, porque llegaba gente no sólo de Galilea, sino también de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de Tiro y de Sidón, para encontrarse con Jesús (Mc 3,7-12). Todos quieren verle y tocarle. Jesús prevé la forma de defenderse de un excesivo celo por acercársele y tocarlo. Pide a los discípulos que tengan a disposición una barca para hablar desde ella a la multitud. Eran sobre todo excluidos y marginados que venían a él para que los sanara de sus males: los enfermos y los poseídos. Estos que eran excluidos de la convivencia social de la época, son ahora acogidos por Jesús.

Y acaba el pasaje con la insistencia de Marcos en la expulsión de los demonios. El primer milagro de Jesús es la expulsión de un demonio (Mc 1,25). El primer impacto que Jesús causa en la gente es por causa de la expulsión de los demonios (Mc 1,27). Una de las principales causas del enfrentamiento de Jesús con los escribas es la expulsión de los demonios (Mc 3,22). El primer poder que los apóstoles van a recibir cuando son enviados en misión, es el poder de expulsar los demonios (Mc 6,7). La primera señal que acompaña el anuncio de la resurrección es la expulsión de los demonios (Mc 16,17). Jesús es “el más fuerte” que llega para someter a Satanás, el poder del mal, y liberar a los oprimidos de sus garras como uno de los principales signos de la llegada del Reino de Dios (Mc 3,27).

Este es el mismo Jesús que hoy se hace presente entre nosotros de muchas formas. Que sigue llamando discípulos que anuncien su llegada, y le abran camino para seguir sanando y liberando a los hijos de Dios, de todas nuestras actuales opresiones. “Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo.” (Jn 16,33).

Que tengas un buen día viviendo muy cerca de Él