«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado»

EVANGELIO DE HOY Marcos (2,23-28):

Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron: «Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?»

Él les respondió: «¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre?

Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros.»

Y añadió: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado.»

PAPA VIVIR LA PALABRA:

Hoy nos hallamos ante un nuevo conflicto entre Jesús y los fariseos. Esta vez está motivado por el reposo sabático.

Los discípulos, al pasar por un sembrado, no se ponen a segar, sino simplemente cortan unas espigas para aliviar su apetito. En Ex. 20,8-11 se establece el descanso sabático en honor de Yahvé, que prohíbe realizar cualquier trabajo.
Esta observancia secular se convirtió para los judíos en una fuerte señal de identidad. El sábado era rigurosamente observado. En la época de los Macabeos, hacia la mitad del siglo II antes de Cristo, esta rígida observancia llegó a un punto crítico. Atacados por los griegos en día de sábado, los rebeldes Macabeos preferían dejarse matar y no transgredir el sábado usando las armas para defender su vida. Por esto, murieron mil personas (1Mac 2,32-38). Reflexionando sobre esta masacre, los líderes macabeos concluyeron que debían resistir y defender su vida, aunque fuera sábado (1Mac 2,39-41).

Los fariseos ignoraban estas prácticas a través de la historia y se aferraban al cumplimiento de la ley en la forma más estricta. El cortar unas espigas lo consideran escandaloso: «Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?»

Jesús les responde con la misma experiencia bíblica. Les recuerda cómo David tomó los panes presentados en el templo y, en caso de necesidad, los dio a comer a su tropa (1 Sam 21,2-7). Pero sobre todo, les señala la base de su error. Han deshumanizado no sólo el sábado sino toda la Ley, convirtiéndola en un instrumento de esclavitud. “¡Ay de vosotros los que aplicáis la Ley. Que imponéis a los hombres cargas intolerables y vosotros no las tocáis ni con uno solo de vuestros dedos,!, les dirá un día. (Lc. 11, 47).

Y añadió: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado.» Jesús vuelve a poner las cosas en su sitio. No ha venido a eliminar la Ley, sino a llevarla a su plenitud. Y el mandamiento de “amar como yo he amado”, será el compendio de toda la Ley y los Profetas. Es el espíritu y la intención con que hacemos las cosas lo que les da su mérito ante los ojos de Dios. Decía Sta. Teresita del Niño Jesús que recoger un alfiler del suelo, si se hacía con tanto amor como ir al martirio, sería tan meritorio como el mismo martirio. Y es cierto que debemos poner amor en todas las cosas, y ser amplios de miras en el entender y cumplir la voluntad de Dios. Pero tampoco podemos ensanchar la manga, cuando se trata de ser fieles a su Evangelio, que también pone fronteras al amor. Y hay que ser firmes frente las tentaciones de la propia carne, que pretenden alimentar el egoísmo bajo capa de amor, y frente a los enemigos de fuera, como son las ideologías, que intentan robarnos la Verdad, so pretexto de estar al día, o seguir lo políticamente correcto. El verdadero amor nos abraza a la fidelidad a Cristo.

Que tengas un buen día con mucho descanso interior