«Solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle»

EVANGELIO DE HOY Lucas (15,1-10):

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle.

Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»

Jesús les dijo esta parábola: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: «¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido.» Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: «¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido.» Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»

PARA VIVIR LA PALABRA:

En tiempos de Jesús, publicanos y pecadores eran marginados como la peor calaña del pueblo. Lucas pone constantemente de relieve este hecho: “solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle.” Y Jesús solía acercarse a ellos, sin reparo de sentarse a la mesa con ellos. De entre ellos nos recuerda la sonada conversión de Zaqueo y la elección de Leví, convertido en el apóstol Mateo. Como la conversión de la Samaritana, María Magdalena y tantos otros.

Los fariseos, de quienes Jesús asegura que las prostitutas y publicanos les llevan la delantera en el Reino de los cielos, Mt 21,31, ven con muy malos ojos esa actitud de Jesús hacia esta gente condenada por ellos. Con la diferencia de que ellos no perdonan. Jesús sí se compadece y perdona, provocando la alegría de los cielos. ¡Cómo debió disfrutar Jesús todas aquellas conversiones!. Mientras que a los ciegos fariseos les llena de envidia y de rabia.

San Juan María Vianney, Santo Cura de Ars, comenta así este pasaje: “Los va a buscar por los remordimientos de conciencia, los hace volver por su gracia y los gana con sus modales amorosos. Los trata con tanta amabilidad, que incluso los defiende ante los escribas y fariseos que quieren culparlos, y que parecen no querer el sufrimiento de Jesucristo.

Va incluso más allá: quiere justificar su conducta hacia ellos con una parábola que retrata, de la mejor manera, la grandeza de su amor por los pecadores, diciéndoles: “Un pastor que tenía cien ovejas…”. Y añadió también esta parábola de una mujer que tiene diez monedas de plata… “Por ello, dijo, que el cielo entero, se alegra por el regreso de un pecador que se arrepiente y hace penitencia. Yo no he venido a salvar a los justos sino a los pecadores, los que están sanos no necesitan médico, sino los enfermos”(Lc 5,31-32).

Vemos que Jesús aplica a sí mismo la imagen viva de la grandeza de su misericordia hacia los pecadores. ¡Qué suerte para nosotros saber que la misericordia de Dios es infinita! ¡Qué intenso deseo debemos sentir nacer en nosotros, que nos llevará a arrodillarnos a los pies de un Dios que nos recibirá con tanta alegría!

Que tengas un día feliz con la alegría de los cielos