«Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero»

EVANGELIO DE HOY Juan (5,33-36):

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.

Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.»

PARA VIVIR LA PALABRA:

Jesús apela a la fuerza del testimonio para abrir los ojos de los judíos. En primer lugar el testimonio del Padre: “el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí.” Tanto en el Jordán como en el Tabor Dios Padre da testimonio a favor de su Hijo amado en el cual tiene puesta toda su complacencia (Mt 3, 15-17).

El testimonio de las obras: Nadie ha hecho obras como las que Él ha realizado. Especialmente su pasión, muerte y resurrección, el misterio pascual en que culminará toda su obra.. Cómo da vista a los ciegos, oídos a los sordos, palabras a los mudos, arroja a los demonios y resucita a los muertos. Son los signos mesiánicos anunciados por los los profetas.

Pero hay otros testimonios de gran credibilidad tanto para los judíos como para todos los hombres. Moisés y las Escrituras que ofrecen anuncios constantes sobre el Mesías que ha de venir a salvar a su pueblo y a todos los hombres. “Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! “

Como tampoco han hecho mucho caso al reciente testimonio de Juan Bautista: “Porque Juan era antorcha, iluminado por Jesucristo, que era la verdadera luz. Juan ardía en la fe y en el amor, y brillaba por la palabra y por las obras, y había sido enviado a preparar el camino”.

La fe superficial de Israel, a la llegada del Mesías, quedaba ensombrecida por su apego al templo, y a unas instituciones que apagaban y no dejaban brillar la luz del Espíritu. Hoy podríamos caer en la misma tentación, si nos quedamos en costumbres y prácticas que no nos llevan al verdadero encuentro y compromiso de vida con Cristo, la misión de su Iglesia y su Evangelio. Hoy somos nosotros sus testigos.

Que tengas un día feliz en su compañía.