«No todo el que me dice «Señor, Señor»

EVANGELIO DE HOY: Mateo (7,21.24-27):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»

PARA VIVIR LA PALABRA:

La voluntad del Padre podría resumir toda la moral cristiana. Y es el objetivo principal de la enseñanza de Jesús. Cada uno somos un proyecto de Dios. Un proyecto divino, hecho a perfección tan exquisita y primorosa que está llamado a convertirse en imagen y semejanza del mismo Dios. Sólo el pecado o la divergencia entre la voluntad propia y la de Dios, afea, desdibuja y ensucia esa imagen divina, reflejo de Dios.

Jesús viene, no sólo a enseñarnos, sino incluso a ayudarnos a recomponer esa imagen de forma que nos acerquemos lo más posible al proyecto de Dios, de forma que Él pueda reconocer su imagen en nosotros. Verse en nosotros. Esto no se logra llenándonos la boca del «Señor, Señor» . Hay que hacer descender la Palabra de Dios hasta las profundidades del corazón y aun del alma, para que arraigue profundamente en nuestra vida y dé sus frutos de acercamiento y encarnación de la voluntad del Padre.

El programa de vida de María, la esclava del Señor, fue repetir en todo momento con la mente y el corazón, de palabra y de obra, el “hágase en mí según tu palabra” (Lc. 1,38). Para ello nos dice Lucas que “María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón” (2,19).

¿Por qué llama Jesús “más dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra”. (Lc. 11,28); e incluso afirma que son su madre y su hermana y su hermano los que escuchan y guardan la Palabra de Dios?. Ya en el desierto replica al Tentador: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4). Y en el pasaje de la Samaritana dirá a sus discípulos, cuando éstos le urgen a comer: “Yo tengo para comer un alimento que vosotros no sabéis…. Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra” (Jn 6, 31-34) . En Getsemaní rogará al Padre que lo libre de aquel infierno que se avecina, “Pero no se haga mi voluntad sino la tuya.”(Lc 22,42). Por eso en el cenáculo advierte a Felipe: “el que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” (Jn 14,8-10) En el precioso discurso de despedida pide a sus discípulos que se identifique con Él, como Él se identifica con el Padre. Pero deja como tarea del Espíritu el conducirles a ellos y a nosotros la Verdad plena.

Que tengas un buen día con el buen alimento que Jesús nos da.