«Mi madre y mis hermanos son éstos»

EVANGELIO DE HOY Lucas (8,19-21):

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermano, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces lo avisaron: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.»

Él les contestó: «Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra.

PARA VIVIR LA PALABRA:

Jesús en ningún modo menoscaba el carácter sagrado de los vínculos familiares, que ha reforzado devolviendo al matrimonio su valor primordial de la indisolubilidad, libre de la lacra del divorcio: “lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre” (Mt. 19,1-9) Y critica duramente la práctica farisaica de negar la ayuda a los padres so pretexto de convertirla en ofrenda para el templo (Mt. 15,5).

Pero la nueva vida del Espíritu que Él viene a darnos en abundancia (Jn 10,10), establece también unos vínculos familiares mucho más fuertes y duraderos que los provenientes de la carne y la sangre. E incluso promete a “todo aquel que haya dejado hermanos, hermanas, padre, madre, hijos… por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna” (Mt. 19,29).

En este contexto hemos de entender que Jesús, lejos de desairar a su madre que le busca, pone de relieve los nuevos lazos de parentesco que brotan del escuchar y cumplir su palabra. Jesús valora mucho más el parentesco del alma que el de la carne. O , como dice S. Agustín, es más importante para María haber sido fiel discípula de Cristo que haber sido la Madre de Cristo.”

«Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra..»

Todo el Evangelio está orientado a crear una nueva fraternidad universal que supere el individualismo en todas sus aspectos, tanto de la persona como del grupo humano. El perdón de las ofensas, la reconciliación, la misericordia, el compartir con el hermano, el “amaos unos a otros como yo os he amado” hasta dar la vida por el hermano, es pura consecuencia cristiana del atrevernos a llamar a Dios “Padre.” Y en este mismo sentido nos deja desde la cruz a María por Madre.(Jn. 19,25-27).

«Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron» exclama un día una oyente entusiasmada de sus palabras. Jesús no tiene reparo en responderle: más dichosos todavía los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra.” (Lc. 11,27). Nadie como María escuchó jamás con tanto interés y atención la Palabra de Dios, ni la puso por obra con tanta fidelidad.

Pero Jesús nos llama a establecer con Él, con María y con todos los creyentes, unos nuevos lazos familiares mucho más fuertes y duraderos, basados en la hermandad espiritual que surgirá del bautismo, alimentada por el amor del que da la vida por sus hermanos.

Que tengas un buen día de atención a su Palabra y a la hermandad que de ella nace.