«Escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles…»

EVANGELIO DE HOY Lucas (6,12-19):

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salta de él una fuerza que los curaba a todos.

PARA VIVIR LA PALABRA:

Hoy Lucas lleva nuestra atención a un momento decisivo en la formación de la Iglesia. El Evangelio nos narra la elección de los Doce que habrán de ser la columnas del nuevo Pueblo de Dios, frente a las doce tribus de Israel que conformaron el pueblo de la Antigua Alianza. Ellos serán los testigos cualificados de todo cuanto Jesús enseñó e hizo. Y pese a ser hombres con todas las limitaciones y defectos humanos, que el Evangelio no calla ni disimula, acompañarán a Jesús hasta el final. Compartirán con Él la última Cena, en que recibirán las últimas instrucciones, el Mandamiento nuevo, es sacerdocio junto con el Sacrificio de la Nueva Alianza que sería consumado en la Cruz.

Compartirán de una u otra forma la Pasión del Maestro y su muerte en la Cruz. Y serán los primeros en recibir la noticia de la Resurrección. Durante cuarenta días Jesús se les aparecerá repetidamente, preparándolos para recibir el Don del Padre, el día de Pentecostés, e iniciar la Misión que el Señor les encomendó en el momento de la partida. Misión que la Iglesia seguirá llevando a cabo a través de los siglos.

La importancia del hecho la pone Lucas de relieve, señalando un hecho: “subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios.” En repetidas ocasiones nos refieren los Evangelistas que Jesús se retiraba por la noche a orar. Esta vez Jesús “pasó la noche en oración.” Y orara por cada uno en particular, para que cada uno cumpla con fidelidad la función que el Padre le tenía asignada.

Ellos, desde el día de Pentecostés, serán los primeros en anunciar la Buena Nueva a todos los pueblos, como nos recuerda el Papa Francisco: “Con la palabra, los Apóstoles, a los que instituyó «para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar» (Mc 3,14), atrajeron al seno de la Iglesia a todos los pueblos (cf. Mc 16,15.20). Hoy nos toca a nosotros proseguir esta hermosa y vital misión.

“Cabezas del Israel escatológico, en número de doce tal como lo eran las tribus del pueblo elegido, los apóstoles continuaron la «cosecha» comenzada por el Señor y lo hicieron, ante todo, transmitiendo el don recibido, la Buena Nueva del Reino llegado a los hombres en Jesucristo. El número de doce expresa no sólo la continuidad con la raíz santa, el Israel de las doce tribus, sino también el destino universal de su ministerio, portador de salvación hasta los extremos de la tierra. Se puede captar eso a partir del valor simbólico de los números en el mundo semítico: doce es el resultado de la multiplicación de tres, número perfecto, por cuatro, número que nos remite a los cuatro puntos cardinales, es decir, al mundo entero” (Benedicto XVI).

Que tengas un feliz día iluminado por el celo apostólico.