«Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón»

EVANGELIO DE HOY Lc 2, 16-21

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

PARA VIVIR LA PALABRA:

Hoy iniciamos el Año Nuevo 2017 poniendo ante los ojos la figura de la Madre por excelencia: La Madre de Dios y Madre nuestra. En la octava del nacimiento del Emanuel, y como portada del nuevo año, la imagen de la Madre puede ser el motivo más sugerente que inspire y presida todos nuestros propósitos, con que esperamos vivir y llenar el año que iniciamos. La Madre que sostiene en sus brazos al recién nacido, que viene a cambiar nuestras vidas por un vida nueva, inspirada en los distintos momentos que la Palabra de Dios nos ha ido mostrando de los primeros pasos del Dios encarnado entre nosotros.

Pero esa maternidad no acaba con el nacimiento y la infancia de Jesús en Belén y Nazaret. Más tarde, la misma Palabra nos mostrará a la misma Madre con el Hijo en brazos. Pero esta ves, luego de ser descendido de la cruz. Esta es la Madre que sigue el recorrido de toda la vida humana. La Madre de cada instante de nuestra vida, siempre pendiente de cada uno de sus hijos. Con el poder que le otorga el Primero, ante las infinitas necesidades que cada día le presentamos el resto de sus hijos.

Ella es la Reina de la Paz, cuya jornada celebramos también en hoy. En un planeta herido por la violencia, la guerra con sus terribles secuelas de destrucción y muerte, y en constante alerta frente al terrorismo, ella nos señala los caminos de la paz que su Hijo viene a traer al mundo. Paz bque nace de la obediencia a la voluntad de Dios, del perdón y la reconciliación, y sobre todo del Mandamiento Nuevo que nos acerca y nos llena de confianza en aquellos a quienes amamos. Repitamos con frecuencia la plegaria a la Madre que S. Juan Pablo II nos ofreció:

«Madre, que sabes lo que significa estrechar
entre los brazos el cuerpo muerto del Hijo,
de Aquel a quien has dado la vida,
ahorra a todas las madres de esta tierra
la muerte de sus hijos,
los tormentos, la esclavitud,
la destrucción de la guerra,
las persecuciones,
los campos de concentración, las cárceles.
Mantén en ellas el gozo del nacimiento,
del sustento, del desarrollo del hombre y de su vida.
En nombre de esta vida,
en nombre del nacimiento del Señor,
implora con nosotros la paz y la justicia en el mundo.
Madre de la Paz,
en toda la belleza y majestad de tu Maternidad
que la Iglesia exalta y el mundo admira,
te pedimos:
Permanece con nosotros en todo momento.
Haz que este nuevo año sea año de paz
en virtud del nacimiento y la muerte de tu Hijo. Amén».

Que el 2017 sea para ti y los tuyos un año de crecimiento, de luz y de paz, en nuestro peregrinar hacia la casa del Padre.