«No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales»

EVANGELIO DE HOY Mateo (10,17-22):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.»

PARA VIVIR LA PALABRA:

En este segundo día de Navidad celebramos el martirio de S. Esteban, el primer mártir cristiano que, ”lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo” Y defendía la fe en Jesucristo con un celo y sabiduría que desbordaba a sus adversarios. En medio de la controversia llegó a exclamar: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.» Los adversarios se abalanzaron contra él y acabaron con su vida. Mientras fallecía, oraba: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» (Hechos 6, 8-10;7,54-60).

El contraste entre la celebración de ayer y la de hoy es grande. Ayer Cristo nace para Esteban. Hoy Esteban nace para Cristo. Los caminos que Jesús sigue en Belén: la pobreza del pesebre, la humildad de las pajas y la debilidad del niño recién nacido, totalmente confiado a las manos de sus padres, contrasta fuertemente con la codicia del hombre que condena a morir de hambre a parte de la humanidad; la soberbia y afán de poder que provoca la opresión y la esclavitud de tantos seres humanos y ha ensangrentado la historia, como vemos en nuestros días. Y el quitar a Dios de en medio para ponerse en su lugar, ha ocasionado las grandes dictaduras que han causado estragos, como el comunismo con cien millones de muertos.

Hoy, en la fiesta de Esteban, la liturgia nos presenta un pasaje del evangelio de Mateo (Mt 10,17-22), sacado del así llamado Sermón de la Misión (Mt 10,5-42). En él Jesús advierte a sus discípulos sobre las dificultades y persecución: “os arrastrarán ante las autoridades, y os azotarán en las sinagogas.” Pero incluso la persecución será una oportunidad para dar testimonio de la Buena Nueva.

Es lo que aconteció con Esteban. El dio testimonio de su fe en Jesús hasta el último momento de su vida. Jesús había dicho: “ Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.” Esta profecía se realizó también en Esteban. Sus adversarios “no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba” (Hechos 6,10). “Los miembros del sanedrín tuvieron la impresión de ver en su rostro el rostro de un ángel” (Hechos 6,15). Esteban hablaba “lleno de Espíritu Santo” (Hechos 7,55). Y esto encendía aún más la rabia de los perseguidores.

Hoy, muchos de nuestros hermanos siguen el ejemplo de Esteban en Siria, Irak y en muchos lugares de África. Mientras que en otras partes la persecución es más solapada e insidiosa. Es la misma persecución iniciada en Belén contra Jesús. Y en su ejemplo de abandono y fidelidad a la voluntad del Padre, tenemos nuestra salida.

Que la alegría de la Navidad no la dejemos apagar.