«El Hijo del hombre es señor del sábado»

EVANGELIO DE HOY Lucas (6,1-5):

Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano. Unos fariseos les preguntaron: «¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?»

Jesús les replicó: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y les dio a sus compañeros.» Y añadió: «El Hijo del hombre es señor del sábado.»

PAPA VIVIR LA PALABRA:

Dios confió a Israel el sábado para que lo guardara ‘como signo de la alianza’ inquebrantable. El sábado es para el Señor, santamente reservado a la alabanza de Dios, de su obra creadora (Ex 20,11) y de sus acciones salvíficas en favor de Israel (Dt 5,15) El Evangelio relata numerosos incidentes en que Jesús fue acusado de quebrantar la ley del sábado. Pero Jesús nunca falta a la santidad de este día, sino que, con su autoridad, da la interpretación auténtica de esta ley: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado» (Mc 2,27). Con su compasión característica, Jesús proclama que «es lícito en sábado hacer el bien y no el mal, salvar una vida en vez de destruirla (Mc 3,4). Y por fin declara: «El Hijo del hombre es Señor del sábado».

Esta observancia secular se convirtió para los judíos en una fuerte señal de identidad. El sábado era rigurosamente observado. En la época de los Macabeos, hacia la mitad del siglo II antes de Cristo, esta rígida observancia llegó a un punto crítico. Atacados por los griegos en día de sábado, los rebeldes Macabeos preferían dejarse matar y no transgredir el sábado usando las armas para defender su vida. Por esto, murieron mil personas (1Mac 2,32-38). Reflexionando sobre esta masacre, los líderes macabeos concluyeron que debían resistir y defender su vida, aunque fuera en sábado (1Mac 2,39-41).

Los fariseos ignoraban estas prácticas a través de la historia y se aferraban a hacer cumplir la Ley en la forma más estricta. El cortar unas espigas lo consideran escandaloso: «Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?»
Jesús les responde con la misma experiencia bíblica. Les recuerda cómo David tomó los panes presentados en el templo y, en caso de necesidad, los dio a comer a su tropa (1 Sam 21,2-7). Pero sobre todo, les señala la base de su error. Han deshumanizado no sólo el sábado sino toda la Ley, convirtiéndola en un instrumento de esclavitud. “¡Ay de vosotros los que aplicáis la Ley. Que imponéis a los hombres cargas intolerables y vosotros no las tocáis ni con uno solo de vuestros dedos,!, les dirá un día. (Lc. 11, 47). Y añadió:

«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado.» (Mt 8,9)

Jesús vuelve a poner las cosas en su sitio y prevalece la misericordia sobre la Ley.

Jesús con sus constantes curaciones en sábado y sus disputas con los fariseos deja claro que ha llegado la nueva etapa de la salvación a la que apuntaba el reposo sabático, signo y sombra del que había de venir (Col 2,17). Ahora Dios nos ofrece otro descanso. En efecto, el Señor llama al hombre al descanso diciéndole: «Venid todos los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré… y hallaréis vuestro descanso (Mt 11,28).

Que tengas un buen día, descansando en el Señor.