«Lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe»

EVANGELIO DE HOY Mateo (23,13-22)

En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: ‘Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro del Santuario, queda obligado!’ ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que hace sagrado el oro? Y también: ‘Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado’. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él».

PARA VIVIR LA PALABRA

La actitud y comportamiento de escribas y fariseos contradice hasta el fondo la voluntad de Dios expresada en la Ley. Jesús critica enérgicamente y sin contemplaciones esa ceguera que les lleva a exagerar hasta lo ridículo el cumplimiento minucioso del diezmo, mientras olvidan el alma de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe. El Papa Francisco comenta:

«Aquellos fariseos eran muy religiosos en la forma, pero no estaban dispuestos a compartir la mesa con los publicanos y los pecadores; no reconocían la posibilidad de un arrepentimiento y, por eso, de una curación; no colocan en primer lugar la misericordia: aun siendo fieles custodios de la Ley, ¡demostraban no conocer el corazón de Dios! Es como si a ti te regalaran un paquete, donde dentro hay un regalo y tú, en lugar de ir a buscar el regalo, miras sólo el papel que lo envuelve: sólo las apariencias, la forma, y no el núcleo de la gracia, ¡del regalo que es dado!»

(S.S. Francisco, audiencia del 13 de abril de 2016).

En la crítica de Jesús resuenan las antiguas exigencias de los profetas respecto a la justicia, misericordia, y fidelidad. Para los profetas los deberes de la justicia social y del amor eran más importantes que los deberes del culto. Apoyar a los oprimidos y débiles, no explotar a los pobres, mantener limpio el matrimonio y la familia, ejercitar la justicia social en el trabajo y en los sueldos que se pagan, lo recomendaron encarecida e incesantemente.

El profeta Oseas anuncia: «Escuchad la palabra del Señor, ¡oh vosotros hijos de Israel!, pues el Señor viene a juzgar a los moradores de esta tierra, porque no hay verdad, ni hay misericordia, no hay conocimiento de Dios en el país. La maldición, la mentira, el homicidio, el robo y el adulterio lo han inundado todo, y un crimen alcanza a otro» (Os 4,1s). Y Zacarías añade: «Esto es lo que manda el Señor de los ejércitos: Juzgad según la verdad y la justicia, y haced cada uno de vosotros repetidas obras de misericordia para con vuestros hermanos. Guardaos de agraviar a la viuda, al huérfano, al extranjero y al pobre, y en su corazón nadie piense mal contra el prójimo. Mas ellos no quisieron escuchar, y rebeldes volvieron la espalda, y se taparon sus oídos, para no oír» (Zac 7,9-11). Los fariseos son fieles descendientes de sus antepasados.

Pero también nosotros corremos el riesgo de poner más énfasis en nuestras devociones y prácticas religiosas, a la hora de dirigirnos a Dios, que en el hambre y sed de justicia, en la práctica de la misericordia y la vida de fe, que nos lleva a descubrir a Dios constantemente en la vida de cada día. Pidamos a María Reina que hoy celebramos nos ayude a responder como ella lo hizo.

Que tengas un buen día rebosante de justicia, misericordia y fe.